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DIÁLOGOS POSTMODERNOS

Road Trip: De vuelta a casa

Road Trip: De vuelta a casa

Me encanta la carretera, vivir la experiencia de amanecer en un lugar y dormir en otro a cientos de kilómetros de distancia del punto de origen. Sentir la sensación de desplazamiento, ser una con el vehículo que manejas, sentir el roce de las llantas con el pavimento, disfrutar la velocidad. Poder percibir el cambio en el panorama que tienes frente y de lado a través de los cristales del automóvil, apreciar cómo se aleja justo detrás de ti lo que estas dejando atrás, aunque sea por unos días. Siempre lo he disfrutado, por circunstancias laborales de mi vida, lo he disfrutado la mayor parte del tiempo, sólo. Pero, poder disfrutarlo con una compañía excepcional, y, aunque suene a comercial de tarjeta de crédito, sinceramente, no tiene precio.

Empezar el recorrido como dos perfectos extraños, juntados por una amistad en común, un favor, un deseo por realizarse, un sueño sobre ruedas, con la mejor música del planeta, con la plática más agradable que haya tenido en mucho tiempo, simplemente, un viaje de esos que nunca te los podrás quitar de la cabeza, el inicio de una buena, agradable, enriquecedora y maravillosa amistad. ¿Nos perdimos el asco rápidamente? Definitivamente de acuerdo. Apreciar en el sonido de la voz, el brillo en las miradas, las concordancias, las discrepancias enriquecedoras, un hombre y una mujer enlatados en un vehículo atravesando la mitad del territorio nacional con la misma idea en la cabeza: ¡Volver a Casa!. Me enamoré de Bach y de Louis Armstrong, Bushido y U2 nos afianzaron el camino; Shuarma y Bunbury le demostraron quién soy, el cine nos dio una idea de lo que somos y lo que detestamos.

El cambio climático, fue un parámetro que asimiló el nacimiento de una amistad, partimos del frío y templado clima del inicio "políticamente correcto" de las presentaciones formales de una interrelación humana, aumentando la temperatura y la calidez de la ceremoniosa repartición de ideas, una encuentro de reconocimiento frente a un tablero de ajedrez de color gris y verde, el pavimento y el panorama natural a nuestro alrededor, será un empate ajustado entre dos almas distintas y al mismo tiempo parecidas, un poco distantes, un poco pragmática, un tanto más liberal.

Catorce horas de viaje, con sus debidas horas de sueño y descanso. En serio, ¿nos perdimos el asco? Absolutamente no nos quedó la mínima duda al respecto, una amistad se construye de honestidad, apertura y comodidad. Desde las montañas, a los valles, a las planicies, a los campos abiertos, hasta la entrañable alfombra azul de bienvenida. El paraíso terrenal se llama Campeche, y nuestra escalera fue un automóvil color oscuro con placas de Morelia. Gracias por la odisea muy al estilo Hollywood, sin los percances de un buen drama, pero con la enriquecedora experiencia de un "Road Trip" cuya secuela estaré esperando con ansías. "Cuando la Vida se pone dura, Let's go to the Highway!!!"

 

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