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DIÁLOGOS POSTMODERNOS

La guerra de las falacias. ESPISODIO IV

La guerra de las falacias. ESPISODIO IV

Después de los tres capítulos inicales de la sección política "Juguemos a engañar", Fernando Cab regresa a la carga en esta segunda fase del camino a la gubernatura del pequeño "twin peaks" mexicano: Campeche. El nuevo nombre de la sección consideramos que es más adecuado y acorde a las circunstancias políticas actuales de este estado, que bien pueden adaptarse a las de cualquier otro de México.

 

La unidad tricolor

Por Fernando CAB PÉREZ

 

En la historia, poderosos regímenes colapsaron porque, progresivamente, el consenso político interno que permitió conservar su hegemonía sobre el resto de los grupos sociales, fue debilitándose. Mientras los intereses de cada una de sus partes sobrevivían de manera armónica, eran capaces de mantener un claro dominio sobre la sociedad.

Sin embargo, después de gozar momentos esplendorosos, las relaciones entre sus elementos constitutivos entraron en fuertes confrontaciones. Los problemas de las clases dirigentes fueron deteriorando los controles políticos sobre la población y, por ende, ya no eran capaces de construir sistemas políticos cohesionadores, que garantizaran su continuidad en el poder y reforzaran la sujeción de los grupos subalternos.

Desde luego, al margen de la experiencia de otros regímenes -los socialistas, por ejemplo-, que desaparecieron tras el derrumbe de su poder, el priísta es un caso excepcional. Posterior a su descalabro en las elecciones presidenciales, las claves para comprender la sobrevivencia del antiguo partido hegemónico las encontramos en su capacidad para construir acuerdos.

Estos acuerdos, tanto en la casa partidaria como fuera de ella, han generado los mecanismos necesarios para mantener vigente su composición corporativa, a pesar de perder la rectoría de la Presidencia de la República. Las entidades donde los gobiernos de sello priísta todavía imponen su dominio, resolvieron con eficacia la ausencia de los designios presidenciales, con base en el consenso. De esta manera, se consolida un bloque compacto con miras a los próximos comicios.

En lo particular, en Campeche está uno de los sintomáticos casos de esta hábil estrategia. Es importante reconocer la asombrosa capacidad de negociación que tienen los priístas campechanos. Los diversos intereses en conflicto en los escenarios electorales son inmunizados cuidadosamente mediante inteligentes arreglos cupulares. Frente a la mirada pública, esta situación se presenta con mucha solemnidad bajo el nombre de "la unidad tricolor", que no es más que el consenso de los grupos poderosos para seguir dominando con armonía.

En términos mediáticos, las recientes declinaciones de los precandidatos a favor de Fernando Ortega Bernés también tienen una fuerte carga emocional en la sociedad campechana, porque, lejos de producirse una crisis de autoridad, aquella concibe la idea de la unidad como una muestra de madurez política, es decir, para las mayorías, las fuerzas priístas exhiben sus fortalezas, no sus debilidades.

Los tricolores edificaron un consenso interior, al tiempo que amarraron una alianza táctica con la población subalterna que, observando las acciones de los dirigentes priístas, acentuaron el respeto y la obediencia hacia estos. La candidatura a la gubernatura está resuelta a favor de Ortega Bernés, y continurán los demás puestos de elección popular, como las presidencias municipales, las diputaciones locales, federales, entre los más importantes.

Hace unos meses, imperaba la incertidumbre en torno a la lucha por la Gubernatura; luego sobrevino el consenso tricolor, que impidió una desgastante parálisis de grandes proporciones. El partido oficial tiene a favor: la chispeante reyerta interpanista, sus más cercano perseguidor en la competencia.

Elegir candidato de unidad fue la decisión más lógica, las preferencias arrojan luces positivas para el candidato de unidad, que se traducirá como una victoria este 5 de julio y, sobre todo, a mantener, mediante el consenso, la convivencia entre los distintos intereses políticos durante un sexenio más. 

1 comentario

Fernando -

Elogio la manera tan sutil como describes las situaciones de natación fecal de nuestra clase política, tocayo.

"Asombrosa capacidad de negociación". Lo que en verdad me asombra es cómo el presupuesto y los huesos siguen alcanzando para mantener a la mayoría a raya.

Para resumir el punto, (evitando repetir aspectos como dedazos, imposiciones, declinaciones y simulaciones) una trivia ecopolítica: ¿Qué subyace bajo las tranquilas aguas frente al bello malecón campechano?