Mucho marketing, pocas propuestas
El punto de arranque para la conquista del voto comenzó con un ostensible déficit de comunicación política; en su lugar, el marketing se ha vuelto un protagonista sobresaliente en las campañas electorales para atraer la atención ciudadana.
La comunicación política -en la cual participa la opinión pública, los políticos y los medios de comunicación en un espacio público privilegiando la inclusión de las demandas de la sociedad para, de esta forma, diseñar estrategias de solución mediante el debate- pierde terreno a pasos agigantados con la instrumentación, en la propaganda electoral, de mecanismos audiovisuales diseñados bajo un formato de show.
Ciertamente la ayuda de medios audiovisuales genera una relación directa con la gente, sin embargo, las consecuencias negativas son la carencia de una genuina oferta de gobierno, la falta de ideas, así como de proyectos reales.
En el marketing político se favorece la superficialidad, a través del manejo de la imagen de los candidatos y sus mejores ángulos para convertirlos en santos de nuestra devoción; la ausencia de la persuasión reflexiva es notoria, en cambio, es común la persuasión simplista.
Las vertiginosas transformaciones en la sociedad son catalizadoras de nuevas exigencias, empero, bajo los actuales esquemas publicitarios en forma de entretenimiento, los personajes en contienda no debaten proyectos, la retórica de todos es la misma: "construiremos más fuentes de empleo", "combatiremos la pobreza", "incentivaremos el campo", etc.
La celeridad en el desarrollo de los medios masivos de comunicación ha llevado a estos a ocupar un lugar de privilegio en la clase política. Es la televisión -y ahora también Internet- una de las herramientas más estimadas para entrar en contacto con una sociedad amplia.
A las caminatas y las concentraciones masivas como consecuencia del acarreo, que son parte del folclor antropológico de la política mexicana para demostrar un supuesto apoyo popular, se suma el impacto propio de la sofisticación de los medios informativos: la videopolítica, que combina la propaganda política con el entretenimiento.
Esta nueva forma de expresión -como ocurre en estos momentos en Campeche-, disipa las propuestas de campaña en aras de lograr la masividad en un formato de show. En consecuencia, los aspirantes a puestos de elección popular ofrecen al electorado formas, no sustancias.
Como nunca antes, las organizaciones políticas con mayor presencia en la entidad -y también de abultado presupuesto- y en menor grado los partidos medianos, abren sus puertas a las más complejas herramientas audiovisuales para construir puentes efectivos, pero vacuos en su calidad argumental, de comunicación con la sociedad.
A los tradicionales medios de información -como los diarios, la radio y la televisión- se integra un instrumento comunicativo de alcances mundiales: Internet. Hoy en día, este es un recurso fundamental en todos los ámbitos de la vida cotidiana, principalmente en los centros urbanos, aunque de modo paulatino está incorporándose en las zonas rurales.
La presencia de Internet es imprescindible en los hogares, en los centros de trabajo, en las escuelas, en las bibliotecas, etc. El número de sus usuarios es tan grande, que las fuerzas políticas que impulsan a los candidatos más populares han advertido del arma poderosa que significa la utilización de esta herramienta para llegar electoralmente a la población campechana.
En esta coyuntura, los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional se disputan los cargos de representación más importantes -diputaciones locales, alcaldías y juntas municipales, así como la elección de legisladores federales-; sin embargo, la carrera que desborda las pasiones es la de la gubernatura.
Este empeño ha llevado tanto a tricolores como a blanquiazules a diseñar una estrategia publicitaria impresionante, además de onerosa, apoyada en los medios electrónicos y audiovisuales, empero, la utilidad de estos dista mucho de fomentar una verdadera cultura analítica.
De la mano de las campañas obscenas contra el adversario, en Internet navega una cantidad formidable de spots con un amplio espíritu carnavalesco: hermosas chicas -entre ellas una ex reina de Carnaval-, bailando la famosa canción de Fernando Ortega Bernés: "¿Quién es? ¿Quién es?"; concursos y competencias deportivas en el malecón campechano transmitidos desde Fer TV y Radiofer; la misma ex reina de Carnaval exhibiendo un atuendo que al ponérselo se transforma en la Chica Fer -una especie de Mujer Maravilla a la campechana-.
Si la propaganda del PRI parece una extensión del Carnaval de Campeche, en la casa de enfrente también están reproduciendo una arquitectura publicitaria de similares dimensiones. En el PAN los ánimos festivos cruzan los portales de Internet para invadir todos los rincones de la ciudad con enormes espectaculares de Mario Ávila Lizarraga; distintos autobuses recorren en las noches las avenidas con luces parpadeando en su interior -algo así como un "antrobús"- y muchos seguidores gritando.
En este escenario, la pobreza en la calidad de los discursos de los candidatos a diputados locales se refuerza con el empleo de frases tan trilladas y simplistas como: "El profe Bene, el que te conviene", "Fito, por mi distrito", "Mi gallo es Rosco porque lo conozco", "Le voy a Leo porque le creo", etc.
Ahora las concentraciones multitudinarias son festivales que se asemejan a los programas de variedades. En compañía de unos conductores con las cualidades labiales para estimular los ánimos de la población, sobresalen los payasos -cuando el festival está dedicado a los niños- y las rifas de aparatos electrodomésticos -cuando es para las madres-.
En medio de la explotación de lemas de campaña ridículos y de la atmósfera carnavalesca, los sectores populares de la sociedad campechana acuden a los mítines preocupados más en los regalos que en plantearle a los candidatos preguntas fundamentales, como la manera en que piensan abatir los niveles de pobreza, eliminar el desempleo, combatir el rezago educativo o la creación de marcos jurídicos que ayuden a superar todos estos problemas.
Los ciudadanos necesitamos más propuestas y menos marketing; campañas electorales de sustancias y no de formas. Así podremos sufragar con responsabilidad este 5 de julio.
3 comentarios
Fernando Manzanilla -
Valió la pena la persistencia y tu convicción de seguir escribiento sobre política, lo que tanto te apasiona.
Nos vemos en la joya ;)
Eduardo Huchín -
Eduardo Huchín -