MANUAL PARA OLVIDAR A LA MUJER IDEAL
“Tanto la quería que tardé en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches”
Joaquín Sabina
Cuando éramos niños difícilmente pensábamos a futuro, sentados frente a algún lago al atardecer con nuestro padre contándonos los misterios de la naturaleza y riéndonos de sus chistes que en su niñez le contaron también, ahí, sólo era el presente, y a lo mucho queríamos ser como él, o doctores, bomberos, biólogos marinos, o cualquier otra cosa que idealizáramos aunque no supiéramos exactamente de qué se tratase. Por nuestra vida han pasado una gran cantidad de personas, de todo tipo, algunas aún las vemos, otras, las frecuentamos, tal vez de algunas más solo sabemos de oídas, y de otras no nos acordamos, tal vez nunca más supimos de algunos amigos, y también personas que siempre estarán en la mente. Nunca un camino andado volverá a ser igual, aunque veamos que no haya cambiado por su estructura, nuestra experiencia de él lo hará parecer siempre diferente; y así, recordamos, olvidamos o simplemente la memoria de algo o alguien no regresa más a la conciencia. Según la maduración que vayamos alcanzando en nuestro desarrollo, vamos situándonos en diferentes posiciones con respecto a los demás, tal vez, en la primaria, queríamos saber ‘quienes’ iban a ser nuestros compañeros y amigos, cual nuestro salón y cual nuestra maestra, muchas veces sin esperar demasiado de ellos, simplemente saber quienes eran. En la secundaria a lo mejor lo que pedíamos eran las cosas de moda, ropa, discos, o algún ‘juguete’ avanzado que lo podíamos querer como parte esencial de nuestra vida. En la prepa, además de discurrir en los momentos absolutos de las horas vividas sin importarnos lo que pudiera ocurrir después, con la omnipotencia propia de esa edad, en ocasiones llegábamos a pensar en nuestra carrera, nuestro trabajo, o qué íbamos a hacer después de salir de la escuela una vez alcanzada la mayoría de edad. Y en algún punto de nuestra deslumbrante juventud, en un ensueño pudimos vislumbrar sobre nuestra mujer ideal, si bien nos podría emocionar la vecina de junto o la hermana del amigo, había alguien en nuestra caja de deseos que pudo permanecer como tal 15 días o muchos años, hasta que por fin llegó Nadie sabe que pasa en los trámites inconscientes de una relación, ni siquiera los mismos protagonistas, todo se sitúa en un punto en el que las cosas acontecen y simplemente se van tomando medidas para ir adaptándose a las circunstancias, a veces, repitiendo patrones poco saludables o copiando modelos de otros, pero que nada tienen que ver con uno. Cuántas ocasiones nos hemos preguntado si acaso las cosas son justas o no, porque por más que queremos, no hallamos ‘el punto exacto’. ¿Qué pasa cuando amamos? ¿Acaso perdemos los límites de lo que buscábamos? Pero lo que nos vuelve humanos es la capacidad de sorprendernos ante lo nuevo, y romper esquemas. Así que hay que poner nuevos límites. Un día perdí a quien había buscado, en la vida real nunca se tiene certeza de cuál va a ser el final, a veces no se sabe que se hará después, otras tantas se tiene la intención de curarse los duelos con melancolía, pero no basta. Lo único que queda es reencontrarse con aquel que se era antes de empezar pero con un toque de añejamiento que nos hace un ser nuevo, pero no precisamente otro. Y en ese trecho se pasa por todo tipo de situaciones: emocionales, vivenciales, nuevas, sorprendentes, amargas, dolorosas, aburridas, tediosas. No se si he podido olvidar como me lo hube propuesto, como pensé que era el olvido, como lo escribí meses atrás, y probablemente solo haya negación en mi deseo. Psicológicamente, la mujer ideal se construye con la proyección de nuestros propios ideales, así que, el meollo del asunto estaría en repasar aquello que un día quisimos alcanzar y pensar si acaso es aún vigente hoy día. Pero en aquello tan inasible como el amor, es utopia, realidad, u olvido. Qué tan parecida a los gigantes para el Quijote te has vuelto Los molinos de viento aún giran y envisten mi cuerpo Y aunque quiera vencerlos con escudo y lanza Antes de asestar el golpe mortal devienes Dulcinea EPÍLOGO ¿Quién es la mujer ideal? La suma de deseos del acontecer de la vida, trasladados a una situación presente, y ahí, reflejados en una mujer, que por su belleza, inteligencia, simpatía, elocuencia, atrevimiento, dominancia, candidez, pulcritud, fineza, perfección, sutileza, atención, sexto sentido y amor, nos llenamos de emoción, de ganas de tenerla a nuestro lado, de poseerla, de hacernos de ella, de idealizarla y volverla terrenal. Y entonces, ¿acaso eso se olvida fácilmente? Bueno, solo si entendemos que esas cualidades son construcciones subjetivas de nuestra Falta, o nuestro Deseo. Se sabe que cada quien ve lo que quiere ver. Lo que no puede tomarse volando Hay que alcanzarlo cojeando . . . . . La escritura dice: cojear no es pecado. (Últimos versos de “Die beiden Gulden”, versión de uno de los Macamas [cuadros literarios] de Abu Hariri [escritor y filólogo árabe], Citado por Freud en “Más allá del principio del placer”)
2 comentarios
Luisa -
Cada vez comprendo menos a los hombres... entonces, no es que sea la mujer ideal, es solo el reflejo de sus ideales?, ... al final solo se resume a ideales y a sueños, a recuerdo de lo vivido; pero que hay después?, acaso el olvido....el olvido de que? De esa parte tuya que se quedo con ella o eso que no cambio tu esencia pero hizo renacer a otro ser?
Igual pasa con las mujeres, como olvidar lo se quedo con el y como asimilar lo que se quedo contigo.... y si eso que existió fue producto de tu imaginación y la realidad te dice que no fuste nada?
Daniel -