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DIÁLOGOS POSTMODERNOS

La infame comedia

“A la mitad del camino de nuestra vida, me encontré en una oscura selva, por haber perdido el recto sendero”. Así comenzó Dante con su Comedia, que luego fue Divina. La nuestra, la que escribimos cada día, mucho tiene de comedia, muy poco de divina.

Sin el Virgilio que muestra el sendero, deambulamos por todos los círculos siguiendo las manecillas del reloj, es decir, del tiempo.

Somos las manecillas de un reloj que avanza, irremediable.

A veces queremos ser los relojeros, los dadores de cuerda; a veces, por casualidad, o por insistencia, lo logramos por un momento. Esto viene a salvarnos de vez en cuando y entonces creemos que es posible dirigir alguno de los hilos. Este breve instante nos hace alcanzar a Beatriz por un segundo, aunque luego sigamos girando en los desinentes círculos concéntricos de donde antes habíamos partido.

Esa es la historia.

Es así como, de pronto, nos sorprende el mediodía. 

Detrás del disfraz 1/3

Detrás del disfraz  1/3

Carnaval de protestas

 

Fernando Cab Pérez

 

El tribunal del pueblo

 

Carlos Salinas de Gortari cumpliendo su condena tras las rejas en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez; el subcomandante Marcos y un soldado del Ejército mexicano compartiendo sin rencores el mismo vehículo; la tristemente célebre Francisca Zetina, La Paca, de paseo por Campeche reclamando la osamenta de Salinas de Gortari; el terrorífico Chupacabras bailando a ritmo de cumbia con quienes reclaman su captura por devorar salvajemente a sus borregos; Fidel Castro recibiendo el juicio irrevocable de su pueblo[1].

Estas situaciones increíbles no son, de ninguna manera, un sueño, ocurren en realidad. Su desarrollo es posible en un mundo onírico plagado de locuras y fantasías. Ese lugar común donde la alegría, la diversión y las protestas sociales se entremezclan es el mágico universo del carnaval. Aquí el sentido común es lo menos común; es como cruzar el portal de una dimensión donde lo absurdo es la norma cotidiana.

La abundante literatura sobre el carnaval subraya que sus características principales son la absoluta libertad de comportamiento, una entrega total a los placeres sexuales, los bailes y la glotonería. Siempre sobresalen diversos elementos que nunca deben faltar: "el uso de disfraces, los bailes y el abandono del trabajo para dedicarse a la holganza y el placer"[2]. Estas conductas son normales durante el carnaval, pero no debemos excluir otra de sus manifestaciones: "es el tribunal informal del pueblo", es decir, es el territorio, de carácter humorístico[3], que la población utiliza para desahogar sus frustraciones, sobre todo contra las figuras dominantes. Señala James C. Scott que el carnaval crea un espacio para el lenguaje y la agresión normalmente reprimidos. "Fue el único  momento del año en el cual las clases bajas tenían permiso de reunirse en cantidades inusitadas, usando máscaras y amenazando a los que cotidianamente tenían que obedecer"[4].

Uno de las normas básicas para que el pueblo pueda disfrutar de esta liberación social es que las reglas transgredidas durante la parodia, sean, en el curso de la vida normal, respetadas por todos. Como diría Humberto Eco: "Sin una ley válida que se pueda romper, es imposible el carnaval"[5], porque nos liberamos sin temor a ser castigados por el rompimiento de esa regla, porque al disfrazarnos de gobernantes, monarcas o representantes de la alta sociedad, la ridiculización juega un papel demoledor en la deformación de sus dignidades.

En el desarrollo del carnaval, por ejemplo, en la Francia pre revolucionaria, el francés corriente destruía el sistema convencional dentro de la cual giraba su mundo para someterse al imperio del desenfreno con total impunidad. En estos momentos de diversión, la alegría iconoclasta destruía hasta la imagen de sus propios semejantes en los desfiles que organizaban: del marido cornudo, de la mujer que golpeaba al esposo, de la diferencia de edades en el matrimonio y, claro está, del rompimiento de la fuerte legislación política y social del que a menudo se sometían[6]

Es fácil imaginar la satisfacción del hombre de escasos recursos económicos, generalmente agobiado en un orden social adverso para los de su clase, sacar a la luz pública esta práctica de denuncia, puesto que aparte de constituirse en una pequeña y efímera revancha del pobre contra el rico y del humilde contra el poderoso, es el lugar donde encuentra los márgenes para evidenciar su inconformidad contra las circunstancias difíciles de la vida política y social. Así como los franceses de la época anterior a la Revolución erigieron en el carnaval el momento idóneo para su liberación, a través de la historia esta experiencia ha sido y continúa siendo un elemento más de las actividades carnestolendas.

            En no pocas ocasiones la población prepara la exhibición del gobernante al escarnio público, que festeja los acontecimientos de manera que cobra venganza por los delitos cometidos por sus superiores. Los rituales consistentes en poner de cabeza el mundo sufrirían una persecución y su consecuente sometimiento por las fuerzas del orden en un escenario cualquiera, pero dentro del universo carnavalesco, el "mundo al revés" adquiere su carta de naturalización y gozan de completa inmunidad.

En las sociedades de la Europa moderna, los campesinos y las clases bajas en general ilustraban su "mundo al revés"; destaca Peter  Burke que: "Al hijo se le muestra pegándole al padre, el alumno al profesor, los criados impartiendo órdenes a sus amos, el pobre dando limosna al rico, el laico celebrando misa o predicando a los curas, el rey caminando y el campesino a caballo, el marido sosteniendo al bebé e hilando mientras que su mujer fuma y sostiene la escopeta"[7].                                                                                                                        

De ningún modo estas muestras de descontento social son amenazas que pongan contra la pared los regímenes establecidos en sociedades conservadoras, es posible que las autoridades sepan que los pueblos vulnerables necesitan una salida de escape a sus frustraciones, en consecuencia permiten montar a los sectores sociales bajos todo ese espectáculo burlesco durante el carnaval, pues saben que esas expresiones de rechazo hacia sus políticas públicas impopulares no son fuerzas beligerantes con el suficiente poder para derribarlos. Al culminar las fiestas carnestolendas, retorna el mundo de la ley y el orden: se abandonan los disfraces, la mofa se oculta de nuevo y los campesinos, obreros y ciudadanos desempeñan el papel que le corresponde cotidianamente.

Estas expresiones contribuyen a crear espacios de desahogo que retrasan estallidos sociales más violentos, al encontrar en estos resquicios del carnaval una revancha y una liberación momentáneas a sus problemas diarios. Las burlas públicas a los gobernantes no van más allá del carnaval, fuera de eso existen críticas que el pueblo se crea en atmósferas privadas o en sus círculos íntimos como es el caso de los chistes, las señales obscenas o los discursos groseros que además transitan en ese mundo popular sin tener una específicamente un autor a quien señalar.

 


[1] Éstas expresiones son ejemplos de pequeñas protestas sociales llevados a cabo, con toda naturalidad, en el Carnaval de Campeche durante los concurridos "Sábados de bando".

[2] DZIB CAN, Ubaldo y GANTÚS INURRETA, Fausta. Las fiestas populares en Campeche (Origen, evolución y estado actual). Ayuntamiento del Carmen/Casa de la Cultura. 1994, p. 36

[3] Entendiendo el humor como una serie de situaciones que provocan la risa. El humor también funciona para enfrentar a los sectores bajos de una sociedad con aquellas realidades crudas que de alguna u otra manera sería imposible hacerles frente, y transgrede mediante la diversión el liderazgo de los miembros poderosos de las sociedades. SMICHT, Samuel. En la mira. El chiste político en México. Taurus. México. 2006. p. 47

[4] C. SCOTT, James. Los dominados y el arte de la resistencia. Ediciones Era México. 2000, pp. 214-215

[5] ECO, Humberto. ¡Carnaval! Fondo de Cultura Económica. México. 1998. p. 16

[6] DARNTON, Robert. La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. Cuarta reimp. Fondo de Cultura Económica. México. 2004, p. 89

[7] BURKE, Peter. La cultura popular en la Europa moderna. Altaya. Barcelona. 1997. p. 271

La entrega de última hora

La entrega de última hora

La entrega de última hora es ese impulso que nos hace correr cuando vemos partir el tren que lleva -en muchas ocasiones- expectativas y necesidades que hemos dejado pasar ante nuestras exigencias o inseguridades. Recordamos entonces el tiempo que dejamos correr pensando que tenemos días para el momento citado, y así, nos ocupamos de otro tipo de actividades, fantasías o recuerdos que sin querer alimentan el producto final; sin embargo, sufrimos de tensión nerviosa al encallar sobre nuestra playa intelectual cientos de ideas que se funden en un sinsentido y que debemos separar para ser entendidos por el otro.

 

¿Será acaso que dejamos cosas al final debido a que lo vemos como una obligación ante una autoridad? Tal vez, pero hay varias respuestas a eso. Cuando íbamos a la primaria, muchos de nosotros peleábamos continuamente contra el sueño, las sábanas, los gritos de mamá, y las ideas del baño y de asistir a la escuela; ¿Cuántas veces llegamos tarde? Varias, porque además habían hermanos y padre que ponían la casa de cabeza en esas primeras horas del día. Aún así, acabamos la escuela sin saber cómo. Ya en la secundaria, las tareas eran particularidad absoluta de nosotros, pero optábamos por terminarlas a punto de iniciar la clase; muchas veces ni siquiera las hacíamos, no entrábamos al salón o nos pasábamos por locos cuando las circunstancias o el maestro se prestaban a eso, y ahí puede entrar esa famosa frase de: "como buenos mexicanos" éramos bastante irresponsables y sólo nos ocupábamos de las cosas que nos hacían vivir una nueva vida, esa, la adolescencia.

 

En esos años en que usábamos uniforme, ¿acaso alguno de nosotros se acuerda las veces en que le pedimos a nuestra mamá que nos planchara la camisa o pantalón 15 minutos antes de la hora de entrada? El olvido o el desinterés también sería una respuesta a la pregunta de por qué dejar las cosas al último momento. O eso que se reflejó en un capítulo de los Simpsons en donde Bart le dice a Marge que tiene que entregar un aparato digestivo para el día siguiente, cuando era hora de irse a la cama. ¿Qué tanto influyen nuestros padres en eso? El eterno debate cuando los padres tienen una respuesta emocional diferente ante un mismo evento; en ocasiones dicen que sí con una afabilidad que nos hace sentirnos muy queridos, pero al día siguiente nos hacen sentir culpables de haber nacido, ante una petición similar. En ocasiones, los niños no dicen nada hasta cuando es inevitable un evento venidero. Las reglas y la educación racional no deben ser acompañadas de afectos.

 

Como todo en nuestra vida, el amor es infaltable, ¿alguna vez hemos dejado pasar mucho tiempo antes de por fin decidirnos a hablarle a esa persona especial? Podemos pensar con quién fue, qué circunstancia, por qué no lo hicimos antes, pensar en ese miedo o angustia particular, pero el punto es que llega ser tan insoportable ese sentimiento abrumador que terminamos rompiendo con toda atadura y nos plantamos frente a ella. El resultado es que en el amor y en la guerra hay ganadores y perdedores; y a veces hasta nos preguntamos "¿por qué me tardé tanto si también sentía lo mismo?" o nos reprochamos "soy un tonto", etc.

 

En el trabajo se da bastante la situación de acabar algo en último momento, usando además horas extras, pero aquí podría variar la circunstancia por el hecho de que puede haber una gran carga de trabajo, así como la falta de elementos necesarios o también por estupidez. En este caso, todo correrá "bien" mientras organicemos el tiempo. También hay que lidiar con los compañeros que, más que un apoyo, a veces se convierten en un verdadero estorbo transformando todo en una carrera a campo traviesa. Lamentablemente, igual llegamos a cometer errores en los cuales sólo podemos decir "lo siento, se me salió sin querer". Me acuerdo cuando, al término de una semana de trabajo, tenía que capturar toda la información recopilada, y en vez de darle "guardar", oprimí "eliminar"; para entonces trabajábamos con un programa un tanto peculiar en donde no podía cometer esa clase de errores; el resultado: trabajar el sábado hasta las 6 de la tarde.

 

Por último, agotar el tiempo por nuestra obstinación. Eso me parece algo mucho más digno de resaltar; las cosas de las cuales nos sentimos orgullosos se cocinan lento para darles exactitud, afinar los bordes que aún parecen no darle la figura deseada. No queda más que exaltar aquellos momentos en que nos empeñamos en nuestra creación, siendo ese proceso como un acto de amor en donde la excitación sirve de todo. Sin pasión no hay tal hijo; su madre: la virtud tan especial de la que cada cual está dotado; la educación será entonces la evolución como seres creadores, más maduros, más versátiles, más expertos, y así, nuestro producto, será un buen ciudadano, con utilidad.

JUGUEMOS A ENGAÑAR III: La misma gata revolcada (de azul)

JUGUEMOS A ENGAÑAR III: La misma gata revolcada (de azul)

Por: Fernando Cab Pérez

De la esperanza al desencanto.- El Partido Acción Nacional nació como una organización de los grupos aristócratas, en respuesta a las medidas populares impulsadas por el gobierno cardenista. Estas condiciones hacen que, a diferencia de otros partidos políticos, el PAN no encuentre sus orígenes en una de las escisiones del Revolucionario Institucional.

A través del tiempo, conforme la oferta del gobierno priísta excluía la creciente demanda de libertades democráticas de la sociedad, los panistas enarbolaron la bandera de la democracia, oponiéndose a la manipulación sectorial de las masas, las costumbres caciquiles y las prácticas autoritarias.

La entrega de los panistas en el campo de batalla estimuló la lucha de la población. A pulso, los blanquiazules obtuvieron el respaldo ciudadano, por su coraje a enfrentarse a las decisiones de los poderosos en turno. Durante años, el PAN fue el vehículo para expresar el desacuerdo de los ciudadanos contra un sistema político en descomposición. No importaban sus antecedentes religiosos ni conservadores, mucho menos la posición económica de sus miembros, su trascendencia fue más allá: abrazaba los anhelos progresistas de una sociedad cada vez más consciente.

Entre los numerosos reclamos, el colapso económico y la ausencia de instituciones democráticas ocupaban un lugar destacado. Con base en estos problemas, la sociedad partió de la premisa argumentando que, para mejorar sus condiciones de vida, era necesario sacudirse la dominación de un solo partido. El cambio de Gobierno debía ser el resorte que impulsara, en adelante, las reformas democráticas fundamentales; el primer paso para atravesar de un régimen abusivo a otro de profundo respeto a las leyes constitucionales.

Acción Nacional fue ganando espacios políticos, no sin obstáculos en el camino. Primero fueron las alcaldías, luego las gubernaturas, hasta culminar en la Presidencia de la República. Sin embargo, el sendero recorrido para coronarse en el peldaño más importante del país no estuvo exento de polémicas. A través del tiempo, los panistas fueron transitando, de una imagen honesta, a otra más próxima a los intereses particulares de los últimos gobiernos priístas. En el ejercicio del poder público, los blanquiazules no estuvieron a la altura de las demandas sociales.

Los sueños de cambio de la sociedad fueron encauzadas por el candidato presidencial panista Vicente Fox Quesada. En su intensa campaña, el político guanajuatense encarnó los ideales de justicia, democracia social e igualdad, y escuchó de cerca los planteamientos de malestar de la población contra unas autoridades insensibles a sus exigencias. Con las esperanzas depositadas en su persona, por primera vez, en más de siete décadas, la oposición ganó las elecciones presidenciales en el año 2000.

Sin embargo, la luna de miel entre el Presidente y la población mexicana derivó muy pronto en un profundo desencanto. A unos meses de asumir el Ejecutivo Federal, la administración panista puso en marcha medidas económicas neoliberales más cercanas a las fomentadas por sus antecesores priístas. Demasiado lejos estaba Fox Quesada de constituirse en el pivote que agilizara las transformaciones sociales, pues las relaciones políticas del régimen anterior permanecieron activas.

Los gobiernos emanados del PAN, amén de negociar con las añejas estructuras del priísmo para acelerar sus impopulares reformas, muy pronto dieron notables muestras de promover las mismas acciones irregulares desde las altas esferas. Felipe Calderón Hinojosa, como su antecesor, permitió que los blanquiazules de ahora destrozaran los ideales democráticos de sus orígenes partidistas. Nada ilustra mejor la adopción de las costumbres políticas excluyentes de los tricolores en el seno panista, que la portentosa ceremonia de bienvenida a las aspiraciones de Mario Ávila Lizárraga, uno de sus dos precandidatos a la Gubernatura de Campeche, hace unas semanas.

La cargada panista.- Acción Nacional ya venía picando piedra en Campeche desde hace décadas. Su historia transcurre en medio de antagonismos entre las corrientes que intentaron darle un sello genuinamente alternativo y las fuerzas vinculadas, en cierta medida, con los cacicazgos locales. La demostración del boato panista en apoyo a Ávila Lizárraga recuerda los tiempos esplendorosos de la cargada priísta, y por ende, significa el triunfo de los segundos.

El Revolucionario Institucional creó una escuela política, sus enseñanzas han sido reproducidas con mucho éxito en las recientes formaciones partidistas, pero la más añeja de todas, la que siempre combatió la inmoralidad de la clase en el poder, ha traicionado sus principios democráticos, sumándose a la indecencia galopante que siembra la desconfianza entre los ciudadanos responsables.

Como recompensa, los blanquiazules campechanos merecen la mención honorífica. Esta es una distinción otorgada a los universitarios tras aprobar con honores su examen profesional. De la misma manera, la cargada panista a favor de Ávila Lizárraga supera con creces las cargadas de signo tricolor. El escrutinio público desea conceder el reconocimiento, después de hacer una minuciosa deliberación, al Partido Acción Nacional, por atreverse a cruzar las puertas que separan la ética de la mentira.

Este veredicto contribuye a aumentar el descrédito popular hacia los blanquiazules. Aunque con algunas variantes, los líderes del panismo están actuando como si fueran antiguos miembros del priísmo populista más conservador. La movilización a favor de Ávila Lizárraga contiene los ingredientes fundamentales de los rituales políticos del viejo régimen: el desplazamiento masivo de la población a cambio de prebendas y la glorificación de un funcionario común, ataviado con las mejores cualidades humanas.

Cabe añadir que, tras el deceso de Juan Camilo Mouriño, su padre, Carlos, arribó con su mano salvadora e impidió que el PAN quedara como la gallina sin cabeza, es decir, envuelto en un escenario de disputa entre los intereses antagónicos de la dirigencia campechana y el Grupo Carmen, ante la ausencia de su jefe máximo. El precandidato Ávila Lizárraga fue bendecido por el nuevo jerarca absoluto, ahora, teniendo a este poderoso aliado de su parte, el precandidato de los carmelitas, Sebastián Calderón Centeno, está exhibiendo síntomas de flaqueza.

De muy poco sirvieron los triunfos de Acción Nacional en diferentes municipios de la entidad, en aras de iniciar una ardua labor de ciudadanización de la política, si en un santiamén, los dirigentes blanquiazules crearon sus propias mafias internas; a estas circunstancias se sumaron los poderosos empresarios en la dirección del partido y la instrumentación de medidas sociales de carácter electorero.

Mario Ávila Lizárraga es uno de los símbolos que ejemplifican fielmente la adopción de las costumbres priístas dentro del PAN. Como delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), transformó esta dependencia a su cargo en una estructura para alimentarse de los votos de la clase social menos favorecida, no para impulsar programas productivos que disminuyeran la pobreza. Como en sus mejores épocas hicieran los tricolores, la simulación se apoderó del PAN, y de aquel ímpetu democrático, ya nada queda.

Un demo de alta fidelidad…

Un demo de alta fidelidad…

"¿Qué apareció primero: la música o las penas? ¿Acaso escuchaba yo música pop porque era infeliz o era infeliz porque escuchaba música pop?". Con esta aguda reflexión da el primer golpe Rob Gordon, protagonista de "Alta Fidelidad" (High Fidelity, 2000), película basada en la novela británica de Nick Hornby. Con ella también hago mi formal aparición como colaborador invitado a este blog.

 

Directa, honesta, explosiva. Así es "Alta fidelidad". El filme del director Stephen Frears (Hero, Mary Reilly) nos retrata muy bien la condición humana de un melómano. La película -que se ha ganado un lugar en mi conteo personal- muestra la vida de Rob Gordon (John Cusack), un "perdedor" que valúa la importancia de sus relaciones personales a través de un Top Cinco. La vida que lleva comparando todo con música y evadiendo el compromiso, hace que su novia Laura (Iben Hjejle) lo abandone alegando que no tiene ambición y que es inmaduro. Es en este momento en que Rob hace una recapitulación de su vida con base en un hilarante Top Cinco al que da un título exagerado: "La lista suprema e indiscutible de las cinco rupturas más memorables de toda mi vida (en orden cronológico)". Con esa idea en la mente, Rob mantiene (en toda la trama) una conversación directa con el espectador cara a cara, además de mostrar que es explosivo en sus emociones y que no tiene ningún tapujo.

 

Cabe mencionar que también es dueño de una tienda de discos de vinilo llamada "Championship Vinile" donde trabaja con Barry (Jack Black) y Dick (Todd Louiso), empleados aún más adictos y obsesivos con la música. La interacción que muestran los tres es simplemente genial; sus diálogos son una daga (como bien diría una amiga). Asimismo, Gordon y sus trabajadores -al no tener muchas ventas- se dedican a hacer tops de canciones para todo: un funeral, un lunes por la mañana, lados B, one hit wonders, etc., situación que nos hace identificarnos aún más con el protagonista y sus obsesiones.

 

Ante todo, Rob Gordon es un hombre que conquista a través de compilados musicales; neurótico que puede pasar las noches de fin de semana acomodando en orden autobiográfico sus cientos de discos; parte de la genialidad de este filme se encuentra en sus diálogos llenos de arte, conocimientos y expresiones cotidianas, así como el juego entre la metáfora de la vida y la música, como el momento en que se nos muestra el punto más álgido de la decadencia del protagonista y una clienta pregunta: "¿Tienes soul?"; él responde "depende".

 

Mencionaré que Barry y Dick son los ingredientes que complementan la vida del protagonista. Una vez que Rob va desenmarañando los misterios del por qué siempre ha sido rechazado, nos damos cuenta de que la música es la que guía siempre a los personajesy da la pauta para crear atmósferas específicas.

La película cuenta con las actuaciones de John Cusack, Jack Black, Todd Louiso, Iben Hjejle (quien hace su presentación en el cine americano), Catherine Zeta-Jones, Lisa Bonet, Tim Robbins, Joan Cusack, Joelle Carter y Lily Taylor, que sin duda hacen un gran equipo gracias a la dirección del director Stephen Frears, quien se caracteriza por su visión crítica de la sociedad en general.

 

"Una comedia acerca del miedo al compromiso, odio al trabajo, enamoramiento y otras favoritas del pop", se lee en su eslogan, pero la historia va más allá del romance, el drama o la comedia: bajo los aportes personales de la música, nos muestra nuestras propias obsesiones y miedos; la necesidad de ser acompañados siempre por una melodía que nos recuerde o nos haga olvidar una situación y esa obsesión por hacer entrar a alguien en un top, como valorando su legado. 

 

Se antoja simplemente maravillosa en su género. Indispensable sobre todo para aquellos amantes de la música y de las comedias inteligentes. En resumen: nos muestra cómo las biografías van indiscutiblemente unidas a un soundtrack.

¡QUEREMOS VER PELIS!

¡QUEREMOS VER PELIS!

Seguimos con los estrenos. Hoy iniciamos una nueva sección, en la que estaremos comentando películas desde disntintos ángulos, no necesariamente visuales. Todos los viernes podrás encontrar aquí reseñas y críticas de cintas sin distinción de géneros que te darán una idea para la próxima vez que vayas al cine o al video club.

Qué mejor manera de echar a andar la sección que con una de nuestras películas favoritas de todos los tiempos: Alta fidelidad.

No se diga más y a leer el post.

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ADICCIÓN SONORA

ADICCIÓN SONORA

Discos que escucho sentado; discos que escucho de pie

Por Julio César Vásquez

Track 01

Hola y bienvenidos a esta cita emocional y sonora. Doy inicio a esta colaboración para Diálogos Postmodernos con la emoción de hablar de algo que me apasiona, que es la música, y más allá de ella, de los discos.

Para el melómano nada se compara con la escucha del concierto, del recital, del baile, del ensayo, incluso. Sin embargo, tales momentos son para vivir una experiencia multimedia, para regodearse en el ambiente, la gente, la expectativa, el gozo, los olores, el delay que genera el auditorio, el músico y su interacción, los bises, la experiencia de cantar temas favoritos, aplaudir, tener a alguien gritando unos metros allá.

Pero el disco es algo diferente, íntimo, personal, claro. No me voy a referir a los establecimientos que tienen a la música grabada como parte de su paisaje. No. Me refiero al disco.

Track 02

Hace unos años, en los días del acetato, el solo hecho de abrir un disco nuevo era ya todo un ritual, el inicio de un idilio o una enemistad jurada; con el advenimiento de los días de la música en formato digital, las cosas son diferentes en cierto grado, pero no deja de ser emocionante cuando se va a oír un disco por primera vez.

En la programación de tracks uno puede viajar por las emociones, involucrarse con una pista, identificar al sencillo comercial, declararse adicto a una canción por unos días.

Track 03

Hay discos para oírse sentado, bueno, en reposo. Los escuchas, los sientes. Es una experiencia emocional, llena de hormigueos y suspiros. A mí no me gusta (pero eso es subjetivo) oír un disco por primera vez fumando o bebiendo algo. Degustar la música, como sucede con los puros y el vino, debe ser algo fino para percibir las primeras sensaciones in situ, opinar de las generalidades, para ya después poder mezclarlas con otras experiencias, como sucede con los puros y el vino y (ahí se los dejo -con la comida, con la tertulia-).

Hay discos para escucharse de pie, para debatirlos o para bailarlos, para acompañarlos con actividades físicas (sí, incluso esa que estás pensando), discos que te dejan sin aliento desde que los pones en el reproductor. Discos que te levantan, pues.

Track 04

Hace muchos años, antes del advenimiento de la música pop, el disco no sostenía una unidad en sí mismo, se limitaba a ser una colección de sencillos. Con la llegada del rock se construyeron álbumes en toda forma, se hablaba de un concepto en la generalidad, existía un hilo conductor en el discurso del disco. A partir de ese momento pudimos identificar claramente la propuesta del artista.

Puedo señalar, por ejemplo, que los mejores discos de la historia (del rock, del pop y del jazz) mantienen esa unidad temática o rítmica, un corte te lleva al otro. Ha habido quien incluso monta tracks ligados como un ejercicio discursivo. Así podemos señalar que los mejores discos no son los que incluyen un clásico, sino que en sí mismos son clásicos.

Track 06

Ahora bien, antes de empezar cualquier opinión debo comentar que no voy a reseñar discos de estreno solamente o de un solo género. Primero porque "disco nuevo" no significa que haya sido presentado esta semana o este mes. Como decía Vargas Llosa de los que no han leído aún el Quijote: "Eres afortunado porque aún te queda por leerlo"; así, un disco nuevo pudo haber sido grabado en 1969.

Sobre los géneros, bueno, no creo que alguien escuche un solo tipo de música, qué aburrido; eso dejémoslo para los estantes de las tiendas y las estaciones de radio. Si bien notarás aquí una preferencia por determinados géneros, habrá espacio para hablar y discutir sobre materiales apasionantes (y otros que no son tanto).

Track 07

Para concluir, voy a dejar a disposición dos listas. Desde los tardíos 50’s, la industria musical ha procurado hacerse de listas, charts, tops (desde los 80’s esto ha crecido exponencialmente). Tales listas no tienen sentido, porque son subjetivas, a menos que sean listas de ventas donde sí existe un razonamiento concreto para armar el escalafón. Pongo a su consideración 11 discos para oír sentado y 11 para oír de pie.

A través del blog pueden publicar su opinión y en unos meses podríamos saber qué discos serán los próximos que vivirán el ritual de ser oídos por primera vez...

 

11 discos para oír sentado:

  • 1. Todo Historias/Tutte Storie. Eros Ramazzotti
  • 2. Confort y música para volar. Soda Stereo
  • 3. Una mañana y un camino. Ricardo Montaner
  • 4. Mercury Falling. Sting
  • 5. Esta boca es mía. Joaquín Sabina
  • 6. Eric Clapton. Unplugged
  • 7. En cuerdas para cuerdos. Frank Delgado
  • 8. Laberinto. Miguel Bosé
  • 9. Descanso dominical. Mecano
  • 10. Jagged Little Pill. Alanis Morisette.
  • 11. Mellon Collie and the infinite sadness. Smashing Pumpkins

 

11 discos para oír de pie:

  1. Mundo. Rubén Blades
  2. New Adventures in Hi Fi. R. E. M.
  3. Siembra. Willie Colón y Rubén Blades.
  4. RE. Café Tacuba
  5. La llave de mi corazón. Juan Luis Guerra
  6. Dark side of the moon. Pink Floyd
  7. Sgt. Pepper lonely hearts club band. The Beatles
  8. Nevermind. Nirvana
  9. Thriller. Michael Jackson
  10. Zooropa. U2
  11. Blood sugar sex magik. Red Hot Chili Peppers.

OLVIDOS SIN IMPORTANCIA

Hay que decir que decir "clase media" es medio decir. Lo cual significa que uno no es rico, pero tampoco pobre; no es ignorante del todo (se sabe -o se cree saber- sumar, restar, firmar vouchers, leer los instructivos de los electrodomésticos y lo que significan frases como "kilómetros por hora" o "para toda la vida"), pero tampoco culto; no es inocente, pero tampoco malévolo; no entiende qué es una lucha de clases, pero se suma a las más posibles; no sabe un coño de filosofía, pero toma café en grupo mientras usa palabras como democracia, libertad, institución o paradigma.

O sea que se repudia a lo de abajo, se aspira a lo de arriba, se come el mole con cubiertos.

También es causa de mala memoria. Poco a poco, o de madrazo, se le olvida que, no hace mucho, en lugar del plastiquito azul paga-todo en la cartera, traía una cartita de la última novia pa-ra-to-da-la-vi-da y en la bolsa, en lugar de las 45 llaves del coche, de la casa, del negocio, unas cuantas moneditas que alcanzaban o para el autobús de regreso o para los famosos cigarros sin filtro con papel arroz. No se acuerda, no quiere acordarse, que su viaje más largo fue a la pirámide de Cholula y, su  actividad más glamurosa, caminar por alguna plaza comercial semi de moda creyendo que tiraba el rostro. Su bebida favorita no era el Whisky on the Rocks (¿what?), sino una caguama banquetera. Su ilusión automovilística posible era un vochito 85 y no el jetta último modelo que todo mundo tiene ahora, por lo menos en la cabeza, por Dios santo, hasta en la cabeza, madre mía, lo único en la cabeza.

Así que ya no es (en sus pláticas, en su memoria, en su cama, en su casa) el pobrecito adolescente que pedía coperacha para invitarle el helado más caro de la historia a la dulce niña de ojos miel que se dignó a regalarle una sonrisa. Qué va. Ahora cuenta que ella, la hermosa hija de los Iturralde, se moría por usted, que la sedujo con su encanto, con su don natural de Casanova y le hizo el amor con la infinita pasión de los 15 años. Ahora la única revolución posible está en el departamento de quejas y en las filas del banco con el de la camisita azul del de adelante. Los pobres siguen siéndolo por huevones mientras usted y yo seguimos chingándonos cada día para hacernos un futuro después de años de partirnos la madre en la uni, porque no, nunca nos volamos las clases ni pasamos de panzazo ni le copiamos al de junto ni nos hicimos amigos del profe buen pedo.

No. Nosotros jamás de los jamases fuimos nada de eso y no tenemos ni la mitad de lo que merecemos.